«Vivimos en agua en el vientre de nuestra madre […] No es coincidencia, las abuelas dicen, que la Tierra tenga el mismo porcentaje de agua que el cuerpo humano.» Abuela Hopi, Mona Polacca
El Día Internacional del Agua nos da la oportunidad de tomar conciencia conjuntamente de la necesidad de mantener a salvo los recursos que nos permiten la vida en este planeta, y reconocer nuestra fragilidad y dependencia de los elementos de la naturaleza. El agua, que como recordaban las 13 abuelas, tiene la misma proporción en nuestro cuerpo que en nuestro planeta, es parte fundamental de nuestro ADN y el soporte de nuestra existencia.
Además, el agua es un derecho humano, que en este lado del mundo damos por hecho, pero que para miles de personas se ha convertido en un bien restringido, contaminado, expropiado o amenazado, como es el caso de la reserva indígena de Standing Rock, en EEUU, cuyo gobierno está dispuesto a poner en peligro las reservas de agua para construir un oleoducto. Esta amenaza ha vuelto a poner en pie de guerra a 200 tribus americanas y a miles de activistas de todo el mundo.
El mensaje que las 13 abuelas lanzaron en su día a este respecto es muy claro: “La bendición del Agua de la Madre Tierra es el principio de un cambio más grande, una misión que corresponde a cada uno de nosotros (…). Es muy importante y es tarea de toda la humanidad pedir una disculpa por la contaminación y el desperdicio y, así, dar gracias al agua”.
Estas mujeres ligadas a la tierra, a la sabiduría ancestral y a los valores que han sustentado este planeta durante milenios, nos recuerdan que “nuestras vibraciones pueden sanar al agua y a nuestra Madre Tierra. Es hora de despertar, compartir la información y trabajar por el bien común, por el bienestar de nuestro hogar. En esta misión, cada acción cuenta.” Este fue el propósito que nos impulsó en Amalurra, hace 25 años, a hacer una ecología emocional que tuviera un impacto vibracional en nuestro entorno y por ende en el resto del planeta, como una pequeña contribución y una toma de conciencia de nuestra responsabilidad, de nuestra parte en el caos.
En este sentido, ellas proponían este ritual para empezar a tomar parte en la conservación y el cuidado del agua.
Prepara un recipiente con agua limpia o colócate al lado de un cuerpo de agua.
Haz una oración o pide una disculpa por la contaminación y la falta de respeto hacia este elemento.
Ofrece oraciones de amor, gratitud y respeto.
Toma agua con ambas manos. Desde tu corazón la energía se proyectará en el agua a través de tus manos.
Ten la firme intención de que las vibraciones que transmites llegarán al agua y se extenderán a las aguas de toda la Madre Tierra.
Agrega tu propia oración, meditación, canto, música, baile, con la misma finalidad.
Ten a la mano un botella o vaso con agua. Toma un poco en tus manos y con un pensamiento de amor, espárcelo lejos como si fueran semillas. Bebe el resto del agua, con un sentimiento de gratitud.
Nos unimos al mensaje de esas mujeres sabias y por ello convocamos una ceremonia para cargar nuestra agua con mensajes positivos, agradecimiento y buenas intenciones. Pedimos sobre todo para que las generaciones venideras puedan disponer y disfrutar del agua como hemos hecho en este tiempo.
Os invitamos a uniros a esta u otras ceremonias con la intención de utilizar nuestras vibraciones como una herramienta de sanación para el agua, para nuestros cuerpos y las emociones que igualmente simboliza.
Irene Goikolea