DIMENSIÓN ESPIRITUAL E INTEGRADORA

Esta dimensión se manifestó en la intención de recuperar la conexión con el ámbito transpersonal o sagrado. Para ello, tratamos de integrar el espíritu, o la conciencia, en cada acto cotidiano como una parte inherente de la vida, algo que fuimos logrando por instantes en la medida que pudimos atravesar los límites mentales. Por eso, desde el inicio, fue esencial adquirir un compromiso con el despertar de la conciencia y la transformación interna.

Así mismo, durante la primera fase de nuestra trayectoria grupal, además de rescatar y tomar parte en los ritos de nuestra tradición, participamos en ceremonias chamánicas de diferentes tipos que muchas culturas indígenas han mantenido vivas: búsquedas de visión (vision quest), rituales de fuego, rituales chamánicos, ceremonias de pipa, ceremonias de medicina y temascales, entre otras.

En definitiva, hemos practicado una forma de espiritualidad social en la que la intención de los procesos de transformación personal ha sido poder realizar una contribución a la sanación colectiva. Y, en la medida en que se fue desarrollando el impulso de corazón, también se manifestó la sombra: el egoísmo, la lucha… La clave ha sido incluir todo lo que afloraba en el proceso. En realidad, ha sido un desafío constante perseguir el objetivo asumiendo la responsabilidad de aquellos aspectos más frágiles de uno mismo que, si no se miran y atienden, nos arrastran y alejan del camino.

Buenas prácticas

Crecimiento y desarrollo espiritual

En la medida en la que atravesábamos dificultades e íbamos integrando las situaciones de conflicto, seguíamos manteniendo la intención de servir a algo más grande. Procesar las memorias y los condicionamientos con los que estábamos acostumbrados a sobrevivir, nos permitió rescatar lo que es esencial en cada uno y nos abrimos a experimentar una versión más elevada de nosotros mismos.

El roce de la convivencia nos fue dando el material para enraizarnos en el intento, aprovechando el conflicto para realizar una transformación hacia una versión más elevada de uno mismo. La manera de trabajar esto fue acogiendo el conflicto como una oportunidad de crecimiento. Lejos de huir de él, se trataba de notarlo para explorar y usar todo lo que evocaba para dicha transformación.

Convivencia y resolución de conflictos

La convivencia fue motor y plataforma del crecimiento personal pues nos ofreció la oportunidad de trabajar los contenidos que el otro nos reflejaba. En este sentido, la labor de facilitación y acompañamiento personalizado de Irene fue imprescindible para la resolución de los conflictos que surgían en este ámbito colectivo.

La comunidad ha ofrecido la oportunidad de trabajar conflictos internos que tendemos a proyectar en nuestra relación con el otro y el entorno.  Hemos aprendido que el otro es el espejo donde mirarse para incluir aquellos aspectos que, a priori, no vemos en nosotros mismos porque permanecen ocultos. Recoger esta proyección, mantener un vínculo y relacionarnos con estos aspectos crea un espacio desde donde podemos mirar al otro con una mayor aceptación que, en definitiva, es el reflejo de una mayor aceptación de nosotros mismos. Este proceso continuo e incesante fue lo que posibilitó el sostén para transitar la experiencia comunitaria.

Afrontar los motivos que podían alejarnos del otro y fracturar la comunidad se convirtió en la savia para el crecimiento y desarrollo relacional.

Expresión de la esencia interna

Los rituales heredados de nuestros antepasados y facilitados por Irene Goikolea se convirtieron en un vehículo excelente para articular sentimientos e ideas que no resultaban fáciles de poner en palabras y que propiciaban la expresión del alma.

Trabajo de sombra

Al hilo de lo anterior, fue muy importante tomar conciencia y mantener la mirada sobre los contenidos marginados en cada quien que manejaban nuestras vidas y frustraban nuestras mejores intenciones. Este trabajo de sombra impulsado por Irene fue un auténtico pilar en la sostenibilidad del grupo humano.

Espacios

Círculo de piedra

Los espacios circulares al aire libre como el círculo de piedra, los círculos de fuego o los espacios en la naturaleza fueron el escenario de auténticas ceremonias y rituales que favorecieron trabajar y rescatar los valores de nuestra tradición que habíamos relegado y, algunos, hasta olvidado.

Circulo de piedra

Temazcal

El temazcal (sauna natural) es una práctica espiritual perteneciente a la tradición indígena mesoamericana que busca la introspección, la limpieza del cuerpo, la mente y el alma, así como y la conexión con la Madre Tierra.

Tipi

Lugar de encuentro con el fuego que facilita la expresión de la palabra en conexión con el corazón. Se trata de una tienda cónica propia de la cultura indígena norteamericana.

El laberinto

Simboliza el recorrido del sendero interior y la búsqueda del camino personal. El laberinto de Amalurra reproduce el diseño del de la catedral gótica de Chartres.

El Altar de la Virgen

Lugar sagrado heredado de los seminaristas alemanes de la congregación de la Sagrada Familia, anteriores habitantes del lugar, que invita al recogimiento y devoción.