El  sábado 9 de junio tuvo lugar una ceremonia ritual en la campa foral de Gerediaga, Abadiño,  para pedir perdón a las mujeres que fueron acusadas y castigadas por «brujas». Una petición de perdón pública a ellas y a sus descendientes por lo que en su día hicieron los responsables de los municipios de la Merindad. Y es que  las autoridades del Durangaldea siguieron castigando a quienes  “estaban fuera de la uniformidad social, política o religiosa” después de los juicios de Zugarramurdi, a pesar del informe  elaborado por el inquisidor Alonso Salazar y Frías,  reconocido por la Iglesia, en el que se afirmaba que la brujería era fruto de los mitos y miedos de una sociedad inculta.

Este acto, institucional pero también ritual, tiene lugar cuando se cumplen 400 años de la liberación de las últimas mujeres retenidas por brujería en la cárcel de Astola en 1618, como reflejo de la importancia de sanar en la memoria colectiva heridas «viejas» que reclaman una nueva narrativa y un consuelo, aunque sea simbólico, de lo vivido. En esta ocasión, la presencia de mujeres en el acto institucional denota ya un cambio en el punto de partida y una visión inclusiva y compasiva hacia los y las que viven, piensan y actúan diferente. En este sentido agradecer la iniciativa popular y la presencia institucional: la presidenta de Gerediaga, Nerea Mujika, de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, de la Mancomunidad y Aitor López, que leyeron el manifiesto a favor de la igualdad entre hombres y mujeres y la libertad de pensamiento y que pusieron voz y rostro a una declaración de intenciones firmada por  y para todas y todos.

Se han necesitado 400 años para enterrar, «olvidar», desenterrar, recordar, perdonar y homenajear a esas mujeres (y también a algunos hombres), que en nuestros días,  son los y las que  siguen sufriendo la violencia, la persecución y el prejuicio por razones de género, raza, religión, ideología,…etc. Dice el refrán que más vale tarde que nunca, pero tal vez lo que viene a significar es que el momento solo llega cuando es el momento. Emotiva la música y la danza del grupo de mujeres, procedentes de diferentes grupos de baile, que vestidas de negro se encargaron de sellar este episodio de la historia al compás de la soka-danza.

Amalurra Comunidad

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