La materialización de Amalurra se llevó a cabo a base de mantener una estrecha interacción con el lugar físico y de tratar de realizar cada acto con atención plena. Para ello, entablaríamos un diálogo constante entre el interior y el exterior, observando qué se despertaba dentro de nosotros con esta práctica. Así, la transformación que se fue produciendo en el espacio de la comunidad fue un reflejo de nuestra propia transformación interior y esa magia quedó impregnada en el lugar.
Esa es la magia que muchas personas que nos visitan pueden percibir y es lo que ha ocurrido con los integrantes de Potential Project, quienes han captado la intención auténtica con la que construimos este lugar y nos han devuelto un claro reconocimiento del camino recorrido y del sentido con el que Amalurra nació: transformar la conciencia para contribuir a la creación de un mundo mejor.
Al final, nos queda la sensación de que, a pesar de las veces que hemos actuado de manera egoica, este lugar contiene las intenciones más genuinas que nos han movido y que lo que ha prevalecido es la resonancia de lo que se ha hecho desde lo más auténtico de uno mismo. Reconocer esto nos apoya a responsabilizarnos de nuestras tendencias negativas que, a menudo, interfieren con nuestro impulso original y el deseo de ser congruentes con él.
Desde aquí, queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a la organización de Potential Project por haber elegido este lugar, así como nuestro sincero reconocimiento a su labor y a los valores de su práctica, como el respeto, la atención o el cuidado, los cuales han repercutido, sin duda, en la expansión y apertura de Amalurra.
Por Irene Goikolea